12 de abril de 2011

Charcos con densidades distintas

El arcoíris que frecuenta en días lluviosos, queda reflejado en los charcos de las aceras. Él los pisa, con sus zapatillas. Todos sabemos que es mera agua estancada con una imagen intocable. A él no le valen los espejismos, él quiere encontrar con su tacto las cosas que ve. Suena caprichoso, lo sabe. Pero también sabe que, en realidad, no es una niñería: y este comportamiento, básicamente, se llama curiosidad. Las niñas miraban sus movimientos, y sobre todo, le miraban a él, con una mezcla de misterio y capricho: es raramente mono, para qué mentir. Ahora, algunas cosas siguen siendo lo mismo, pero con pinceladas de evolución; el resto, se han sustituido por otras distintas:

Los charcos ya no son de agua, sino que retienen alcohol; el cual refleja luces intermitentes que ciegan los ojos de cualquier persona, menos aquellas que ya son ciegas de per se. Los remansos del nuevo líquido ya no se hallan en espacios abiertos, están cerrados por muros envueltos de humo, otro aliciente más para no ver ¿Acaso es lo que queremos? ¿Estar carentes de vista?

En cuanto a las niñas, como todo ser en esta vida, crecen. Ellas comienzan a aumentar y, a su vez, desarrollar figuras curvilíneas. Una pena lo de las luces y humo, ¿no? A pesar de todo, no conforme con eso, el muchacho también maduró… incluso mentalmente.


Él miraba con recelo a los chuloplayas de la discoteca, y con razón. Desgraciados de la vida, con aires superiores, retocados a base de peine, pendientes y ropa fashion. Ellos se llevaban a las más perra-pardas del lugar: aquellas que complementaban sus faldas cortas, escotes abiertos y caras empotadas, con droga y alcohol. El muchacho dedujo que no estaba en un pub cualquiera, sino en uno donde reinaba la superficialidad. Una rubia salvaje apareció, tenía un entreteto llamativo. Ella cambiaba fuego por sexo, intercambio la mar de apetecible, pero él no cedió:

-No es que no quiera sexo, simplemente no quiero hacerte explotar con la que llevas encima- dijo aportándola con una mano en su cintura.

-Estupendo, guapísimo. Tú te lo pierdes.

-Cuando sepas hacer más de dos frases: llámame -levantando la voz-, guapísima.


Ella se fue, diciendo algo así como “que te follen”. Se perdió entre la neblina, no pasaron más de dos segundos; pero a la mitad de dicho tiempo, el chico ya había marchado con uno de sus amigos haciendo el tonto. Mientras tanto, afuera, una dama -sobria- , caminaba con sus amigas, riéndose de los tíos babosos que se acercaban al grupo de telas reducidas. Era morena, de piel no tanto; en cuanto a los ojos, eran claros, algo así como verdosos. Gastaba unos labios ligeramente hinchados, lo que sugería sensualidad. Pero no sólo eso, su cuerpo también lo recordaba. Realmente era una tía buena. Sin embargo, la belleza no mengua en ella, pues competía con el resto del grupo: a cual más excitante. Acababan de llegar al lugar, querían entrar a la discoteca más próxima. Y así fue. El recinto cerrado parecía desenfocado, producto quizás del calor y humedad. Las ondas de sonido, siempre ruidosas, penetraban el ambiente, haciéndolo retumbar; algo dañino para el oído humano. No obstante, no parecía molestar demasiado. La morena, que caminaba hacia la barra para tomar algo, miraba a su alrededor y sólo hallaba cerdos engominados, aquellos que entraban a las chicas más propensas a caer, siempre con cuerpazos y caras bonitas.

Se veía venir lo de los babosos empitonados. Antiguamente, hará un par de años, todos ellos se disputaban el honor en el patio del recreo; siempre delante de faldas a cuadros, cuya función, todavía, era tapar. Siempre que había niñas, los chavales ponían más énfasis; lo cual hacía partidos agresivos, repletos de rozaduras mezcladas con la tierra del patio. Pero poco a poco, esto fue acabando… el campo de batalla se modificó, volviéndose confuso, ebrio e insano; aquel que nos lleva de nuevo a la historia.


Un grupo de estudiantes informáticos jugaban en el billar del pub. Sabían que estaban en un sitio donde se iba a ligar, sabían que las mujeres eran fáciles (relativamente, depende de quiénes lo intentaran). Sus conocimientos no quedaban en eso, también conocían que la probabilidad del éxito era menor del 10% (donde en ese porcentaje influía la sobredosis cubatil, la baja autoestima -por parte de la hembra- y la ausencia de los chuloplayas). Eran inteligentes, cualidad que no se valoraba en semejante antro. Y también eran conscientes de ello. En un futuro próximo, serían los que oprimirían al personal común: esos desgraciados en efervescencia.

-Ayer leí que Logitech no fabricará un nuevo mando a distancia hasta que la ministra de Cultura no dimita de su cargo -decía uno de los informáticos que llevaba unas gafas de montura pastosa.

-Esa mujer es una payasa, quiere aliarse con los teddybautistas del país y así hacerse de oro -replicaba otro de ellos, el más pálido-, más aún.


Eran cuatro, aparte de los dos anteriores. Estaba un muchacho pelirrojo con pecas, al estilo Ron Weasley; y el otro, más callado, con una chaqueta de Star Wars. El zanahorio, mientras decidía que rayada golpear, dijo finalizando:

-Es normal que Sinde-Reig nos putee con semejantes dictaduras, nadie la quiere como guionista -el chaval pausó su argumento, golpeó la bola y la metió, luego reanudó lo que hablaba-… y a este paso, menos de ministra.


No a muchos metros de allí, en una esquina, una piara de machotes se reían de los “pringaos del billar”. Los guays, hasta las trancas de maría y ron, no sabían divertirse y qué mejor que meterse con los chavales informáticos, quienes, aparentemente, eran presa fácil.

-¡Eh, payasos! ¿Es que no sabéis coger el taco como Dios manda? -decía uno de los fumados del grupo, con pelo a lo surfista californiano.

-Realmente no, no sabemos -contestaba alegremente el zanahorio-. Si eres tan amable, podrías enseñarnos… -estaba claro que el pelirrojo vacilaba al tipo. Tenía algo entre manos.- ¿Quieres?


Entonces, cuando el de Beverly Hills cogía el palo, Ronald Weasley le agarró del cuello y acto seguido le estampó contra el tapete sucio de la mesa. En un abrir y cerrar de ojos el melenudo se había encontrado con una bola, algo que su dentadura lamentó.

-Vaya tutorial más bueno nos has dado, amigo -gritaba en pleno éxtasis el informático-. Vuelve con tu gente, hijo de la gran puta.


Pese a lo ocurrido, el ruido no cesaba. El humo seguía paseando por el pub y ninguna de las personas ajenas a ambos grupos se paraba a ver el altercado. Los chuloplayas se fueron arropando corporalmente al agredido, pensando él y los suyos una forma de vengarse; por la espalda estaría bien.

-A la salida nos esperas, empollón de los cojones -avisaba uno de los colegas de la víctima-, que no queremos armar bronca aquí dentro.

-¡Vamos ya: el más malo! Seguro que nos pegarás tú solo… aunque yo creo que llamarás a tu primo el Chompetas, al Txori, al Rumis, al Pie… a los hermanos Pinzones -decía el paliducho, burlándose del amigo valiente-.


Pero no fue ninguno de esos nombrados, sino otros desconocidos que acudían en masa. Y es que, al acabar la partida y salir del local, una avalancha de jóvenes problemáticos, los, ya hablados, cerdos del lugar, sometieron a la cuadrilla de estudiantes a una paliza que no olvidarían en su vida. Una somanta de hostias que sería el efecto mariposa de la venganza contra el mundo hijoputil.

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4 de abril de 2011

el Cuerpo condiciona la Mente, busca la Armonía

Voy a hablar de un grupo de chicas que casi seguro reconoceréis:

Realmente sé que es una bobada; pero aún así, me he animado a poner en letra lo que veo a diario... y es que la mayoría de las chicas que son atractivas, son también soberbias. “Soberbio/a”, según la RAE, se aplica a “la persona que muestra orgullo o se cree muy importante”, y esto, pasa a menudo con las “tías buenas”.

Desde mi punto de vista las hay de dos tipos atendiendo al momento en que empezaron a ser así. La que siempre han sido así. Desde pequeña destacaba en clase por lo guapa que era, además, su orgullo se veía alimentado por los piropos de sus compañeros quinceañeros ávidos como caracteriza a esa época "pajil" de tíabuena. Todos conocemos a alguna de cuando estudiamos la ESO.

Luego, están las que no siempre han sido, o mejor dicho: se han visto, tan agraciadas físicamente. Son aquellas que a base de ciertos cambios hormonales, la naturaleza las ha pincelado en cuerpos bonitos. El problema es que, debido al esfuerzo empleado en la zona corporal, no quedó tiempo para instalar sustancia en la cabeza. Y claro como resultado

¿Son guapas?, sí.

¿Inteligentes? (pensando)… si por “inteligente” entendemos que la muchacha va conseguir amantes, "amigas" y, casi seguro, puestos de trabajo, entonces ; pero que va a saber gestionar y ser consciente de todo ello, no.

La forma de comportarnos ante ellas, me parece la típica actitud que mezcla sumisión y adulación, sabéis de lo que os hablo, ellas lo notan.

Y es que, cuando te acercas a uno de estos pivones le damos muestras de interés (algo que va a dar igual, pues se lo han dicho muchas veces y está acostumbrada a los halagos). Simplemente, se reirá con sonrisa compasiva, seguramente pensando; "otro que le tengo comiendo de mi mano".

No sé... ¿humildad y belleza existen juntas?

Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar, pero claro, físicamente a mí me gustan estas chicas... psché, y el puto instinto me llama a aparearme con ellas, pues vaya dilema/problema o cómo quiera llamarlo. Hay que pensar ¿Tenemos ideales en el sexo?, ¿un acérrimo seguidor de yo que sé, de la falange por ejemplo, le importaría montárselo con una comunista?... cri-cri cri-cri (sonido de grillos)... evidentemente a la mayoría creo que no le importaría. Se ha demostrado a lo largo de los siglos que el instinto tira, y mucho, tanto como para dejar de lado ideales, valores y demás familia, pero vuelvo al tema de esta entrada..

¡GUAPAS Y LEGALES* POR FAVOR!

*Legales: dícese de aquellas personas honradas que rechazan por completo cualquier forma de prepotencia y ellas mismas predican demostrando humildad y sensibilidad por otras personas.

Tendríamos que preguntarnos todos y todas, ¿yo soy de esa manera? Se por lo menos de una chica que sí lo es. Ella es mas que una buena candidata para encarnar ese modelo de humildad y simpatía, ella es perfecta, o al menos, para mi lo es.

Ya como conclusión creo que es mejor no llamar guapa a una chica de las que antes hablábamos (que lo es) pues, además del aumento de ego que supone para esta fémina, también hay algo para nosotros. De decírselo, estaríamos sugiriendo que hay otras no-guapas, es decir: feas. Y sí, efectivamente las hay, pero atención: yo creo que llamar "guapa" debería de surgirnos, no del reconocido atractivo físico de la mujer, sino de cómo la vemos nosotros personalmente y es ahí donde entran otros aspectos a valorar de ella (si es simpática, agradable, humilde, y todo eso que te impulsa, porque te sale de dentro llamarla guapa, princesa, bella, o cualquier otro calificativo que manifieste tu devoción y atracción hacia ella).

Es decir lo que reclamo es un NO al "guapa" gratuito y resabiado, porque esas, las elegidas por Venus para encarnar en este momento el canon de belleza (que vete tú a saber el ideal de dentro de unos años) a lo mejor no se merecen semejante halago a la par que casi seguro no las afecte por lo acostumbradas que esta.

Hay que decir "guapa" a las que tienen algo más que tú valoras frente a las otras, y es que te sale natural decirlas GUAPA.

NO al “guapa gratuito”, y menos a las típicas tías buenas; al “guapa merecido”.

Este texto también vale al revés, es decir, en lugar de tíasbuenas se puede poner “mich buccanas”. Además, es el mismo consejo, pero para las chicas: que no se derritan ante ellos y que no regalen sus sentimientos al FLIP de turno.




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